jueves, 1 de septiembre de 2011

EL BBQ AL ESTILO CULEBRO

            Había vivido engañado. Toda una vida pensando que en los Estados Unidos de América no se podía vivir sino mal, que el enorme estado de Texas solamente había pertenecido a México, que la ciudad de Houston estaba asentada sobre un árido desierto, y que el Barbecue era una salsa café más bien malita que poco se vende en los supermercados transnacionales que hay en mi país. La familia Culebro y su infinita hospitalidad se encargaron de sacarme del error.
            Desde la infancia recuerdo a mi familia haciendo críticas en contra de la república imperial. Tenían la idea de que su juventud era drogadicta y carente de valores, su sociedad enteramente materialista y sus creencias religiosas minadas en su totalidad. Confieso que en el transcurso de los años mis dudas sobre estas críticas disminuyeron únicamente de manera parcial y que sigo pensando que en cierta medida la razón los asiste. Para mi fortuna tuve el gusto de convivir con los Culebro. Ellos formaron una familia unida, sentada en las más sólidas bases religiosas, con valores y raíces muy arraigadas, con unos maravillosos hijos ya profesionistas, y todo esto lo lograron en los Estados Unidos.
            Al estado de Texas nos lo han pintado siempre como si se lo hubieran traído íntegro desde el desierto del Sahara y se lo hubieran robado a México después de una cruenta guerra, y hoy me entero de que el territorio de Tejas en su momento fue reclamado por al menos seis países. De ahí deriva el término “seis banderas de Texas”. Yo además pensaba que los Estados Unidos para hacerlo propio solamente le habían agregado algunas torres de esas que sacan harto petróleo, esporádicas cactáceas adornando el panorama, y le pusieron a unos rancheros güeros muy gritones. Y resulta que en su enormidad existe desierto, pero también hay bastos bosques y lindas playas. La ciudad de Houston se encuentra justo entre estos dos hermosos escenarios, y confieso que me pareció un sitio perfecto para vivir. Es una ciudad que ofrece muchas oportunidades a la gente de bien que trabaja con energía por su familia y su comunidad.
            Sin embargo, mi mayor sorpresa vino cuando me hablaron del Barbecue. La traducción que más se aproxima a esta palabra es “parrillada”, aunque en México es más común que la asociemos con la tradicional barbacoa. Para mí solo existían dos tipos de barbacoa: la que se sirve en las bodas populares sinaloenses acompañada de frijoles puercos y sopa fría (la combinación de la sopa fría en ese platillo es algo que jamás comprenderé, pero esa es otra historia), y la delicia que se prepara en el estado de Hidalgo, sobre todo en casa de mi amigo Fernandote en la maravillosa comunidad de Mangas, pueblo cuyas llaves merezco y todavía no me han dado.
Todo cambió cuando en compañía de la familia Culebro fuimos al restaurante Carl’s BBQ de Cypress, Texas, cuyo lema es “The Best Bar-B-Que In The Business!”. En este sitio se preparan asados de todo tipo de carnes y se come reviviendo nuestros más básicos instintos depredadores, es decir, a mano limpia. El barbecue en Houston es una tradición, y si se tiene la oportunidad de pasar por estas tierras no deben de perdérselo. Yo de manera particular les recomiendo mucho este sitio que además de un decorado totalmente ad hoc, muy buen servicio y precios accesibles, tiene unos panecillos de elote fabulosos y un ambiente al más puro estilo tejano.
De Texas conocía el sombrero Stetson Paradise 20X de mi padre, un par de aeropuertos, el puñado de cuentos hollywoodenses, una histórica frase alusiva a un problema en el espacio sideral, y la inverosímil crónica de un magnicidio ejecutado por un asesino solitario. Los Culebro me sacaron de mi engaño y me dieron la oportunidad conocer la hermosa ciudad de Houston, sus alrededores, y además de deleitarme con su inigualable Barbecue.
Muchos tendrán la suerte de ir a Houston, pero pocos tenemos la fortuna de ser atendidos por la familia Culebro. Para curar ese pesar, vayan a Carl’s BBQ.

Roberto Rojo Alvarez