La Semana
Santa es, en estricto sentido, la conmemoración cristiana anual de la Pasión,
Muerte y Resurrección de a quien históricamente conocemos como “Jesús de
Nazaret”. Y es un período de una intensa actividad litúrgica por parte de las
iglesias cristianas alrededor de todo el mundo.
Ahora, ¿qué
es para el pueblo mexicano la Semana Santa? Les leo textualmente la definición
del agudo y acertado escritor Roberto Rojo: Es la obligatoriedad irrestricta
autoimpuesta de una persona por trasladarse desde su lugar de residencia a otro
sitio, que en la inmensa mayoría de los casos, debe forzosamente de haber agua,
ya sea de naturaleza dulce o salada.
A decir
verdad yo no tengo la capacidad intelectual para encontrar la relación entre
una definición y la otra. Lo que sí me quedó clarísimo a una muy temprana edad
es que los tumultos que se suscitan en los lugares vacacionales de interés en
estas fechas, no son en absoluto de mi agrado.
Si vas a
una de las hermosas playas de nuestro estado, ya sea en plan de camping o de
Gran Turismo, te encontrarás con un mundo de calamidades que son propias y
exclusivas de Semana Santa.
Por
ejemplo: Para acampar en una playa, sea esta cual sea, necesitas apersonarte y
apartar tu lugar con gran anticipación, de lo contrario, encontrarás un espacio
disponible a aproximadamente 7 kilómetros de la entrada más cercana de la playa
en cuestión. Independientemente de la ubicación del sitio de instalación,
estarás a aproximadamente 30 centímetros de la casa de campaña contigua de tu
lado derecho, y a 40 centímetros de la del lado izquierdo. Carpas en las cuales
invariablemente habrá gente escuchando música las 24 horas del día, las dos con
distintos estilos musicales que muy probablemente no serán en lo absoluto de tu
agrado.
En el otro
extremo, si se trata de un hermoso hotel de cinco estrellas, en Semana Santa
tiende a bajar su categoría como mínimo a la de una estrella y media. En
ninguna otra fecha del año encontrarás un servicio tan deficiente, una comida
tan insípida, una alberca tan sucia, además de la ausencia casi total de
toallas, mesas, sillas y camastros. A esto le agregamos que alrededor de las 4
ó 5 de la tarde, aproximadamente el 95% de las señoritas hospedadas en estos
hoteles deciden al mismo tiempo encender sus secadoras debido a que tienen qué
irse a hacer fila en los antros desde las 6 ó 7 de la tarde para poder lograr
entrar entre 10 y 11 de la noche. Esta sobrecarga de energía provoca
irremediablemente un corte del suministro eléctrico, o en otras palabras, se va
la luz.
Si tus
deseos son los de disfrutar de las bellas y limpias playas mientras tomas un
baño de sol, encontrar un sitio en dónde postrar tu silueta no será tarea
fácil. Y deberás de estar psicológicamente preparado para soportar que cada 9
segundos llegue un distinto vendedor ambulante, te veas obligado a abrir los
ojos, inclinar un poco tu cabeza, y recetarte su letanía para finalmente decir
una y mil veces: No, gracias.
Pero en
fin, en gustos se rompen géneros. Yo los invitaría a romper con estas
obligatoriedades y disfrutar de la tranquilidad de su ciudad, pero de antemano
sé que me enviarán directito a freír espárragos. Entonces solo me resta
invitarlos a que sean muy responsables con su diversión y hagan lo posible por
no contaminar. Hasta la próxima.
Roberto Rojo Alvarez