A propósito...
“La
paciencia es uno de los mejores caminos para alcanzar nuestros propósitos”
¿Y dónde demonios venden paciencia?
También el mejor remedio para los problemas que da un automóvil viejo, es
comprarte uno nuevo. Pero eso, al igual que el consejo cursi que enuncio
arriba, es un remedio útil a quien tiene dinero y a quien tiene paciencia. Para
nosotros los que aproximadamente tres veces al día sentimos la necesidad de
esbozar la reconfortante frase “Serenity
now! (Seinfeld, 1997)”, de poco nos sirve un caldito de pollo para el alma.
Los propósitos de año nuevo son,
hasta donde la memoria me asiste, una entera llamarada de petate. No conozco
hasta el día de hoy a alguien que haya abandonado algún hábito gracias a un
propósito hecho en año nuevo. Pero tal parece que nos gusta en estas fechas
hacernos a la idea que sí, efectivamente, este año dejaremos de hacer o de ser
eso que tanto nos molesta.
Curiosamente los seres humanos
convertimos en ritual público todo aquel compromiso que sabemos nos será
difícil de cumplir o sobrellevar solos. Por esta razón el compromiso del
matrimonio lo hacemos ante tanta gente y con testigos, como también para un
funeral convocamos a nuestros seres queridos. Lo mismo sucede, toda proporción
guardada, con los propósitos de año nuevo. Ahí estamos año con año gritando a
los cuatro vientos nuestros propósitos, que comienzan por supuesto el próximo
lunes. Pero el próximo lunes con frecuencia llega hasta febrero.
No cabe duda de que en mi
configuración genética no termina de desaparecer el gen judío, porque a mí en
lo particular los remordimientos me entran por allá en septiembre, cuando me di
cuenta de que ya se me fue el año y yo sigo idéntico o peor. Es entonces que
calladito la boca hago acaso un propósito. Siendo honestos, es más fácil
cumplirlo de esta manera, no siendo así yo un buen ejemplo. Confieso
abiertamente que cada vez en mi vida que he dejado un mal hábito ha sido
forzado por las circunstancias, no por voluntad ni por virtud.
Analicemos un poco algunos propósitos
recurrentes con los que una vez más nos volvimos a topar este año:
1.- Adelgazar, el primero. Este es
el propósito más común, que se disfraza de varias maneras tales como: Ponerme a
dieta, Hacer ejercicio, Ir al Nutriólogo, Alimentarme más saludablemente, No
tomar refresco, No comer pan, No comer tortillas, Bajar “N” kilos, Levantarme a
caminar, Inscribirme al gimnasio, etcétera.
Vamos a ver. En lo que a la alimentación se
refiere, es ilógico pensar que después de la cena que nos echamos el fin de año,
la rosca de Reyes que ahí viene en unos días, aunado al considerable aumento
del tamaño de nuestro estómago a causa de estas fechas, vamos a dejar de comer.
Todo lo contrario, chatos. Hoy te da más hambre que hace un mes, y necesitas
más alimentos para quedar tan solo satisfecho. Además de que con el frío tu
cuerpo te solicita harinas y grasas. ¡Qué belleza!
Sobre el ejercicio. Estás haciéndo el propósito
de levantarte a caminar en el mes más helado del año. Efectivamente, en enero
hasta en Culiacán hace frío. Si bien te va, te auguro media semana de éxito. En
cuanto a los gimnasios, todos ponen sus promociones de inicio de año y estos se
tienden a abarrotar. Por lo tanto, tu propósito de meterte a la clase de spinning se ve frustrado porque día con
día te enfrentas a una realidad: ya no alcanzaste bicicleta. Pero no te
preocupes, ya te volverá el ánimo cuando sientas de nuevo la urgencia de
adelgazar porque se acerca Semana Santa, cuando de nuevo estará de vuelta lleno
el gimnasio, o bien, tu promoción haya concluido. Si eres lo suficientemente
obstinado, pagarás por dos meses más el gimnasio y volverás a hacer el
propósito de levantarte temprano para ir a hacer ejercicio, al fin que ya no
hace tanto frío. Es justo entonces cuando viene el cambio al horario de verano
y desbarata el cuadro, porque suena el despertador para irnos al gym y resulta
que todavía es de noche. Hasta entonces nos asiste la razón y finalmente
pensamos: ¡Esto es inhumano!... Ahí comienza el proceso de aceptación de las
lonjas, y se vislumbra la posibilidad de asistir en vacaciones a un lugar que
no necesariamente sea playa.
2.- Dejar de fumar. Este debe de ser el segundo
propósito más recurrente, y lo celebro. En esta tarea el éxito depende de qué
tan asqueados del cigarrillo hayamos terminado tras las fiestas decembrinas.
Existe también una gran ventaja sobre este mal hábito, y es que cada fumador en
el mundo sabe de cierto que fumar, mata. Entonces, con frecuencia alguna
enfermedad respiratoria de esas que llegan y se van con el invierno, una
asquerosa flema negra, el insufrible apeste, o el reflejo amarillo de nuestros
dientes frente al espejo, nos puede hacer reconsiderar continuar con este
vicio... Afortunadamente existen muchos métodos que ayudan en esta misión, y un
alto porcentaje de ellos realmente funciona.
3.- Meterme a clases de... En la mayoría de los
casos, amiga amigo, te darás cuenta de que si precisamente no estamos en clases
de, es porque no tenemos talento para... Como bien me dijo alguna vez un gran
amigo, el Dr. Don Humberto Choza Gaxiola: “Esas clases de lectura rápida no
sirven para nada, pero es bueno que tengas la inquietud de aprender”. Pues eso,
que la sola inquietud por aprender cosas nuevas es algo que nos mantiene vivos.
Al respecto te diré también que es muy mala
fecha para entrar a clases de algo, porque los ciclos escolares en nuestro país
comienzan en verano, y las clases particulares resultan caras debido a que los profesores
también sufren la cuesta de enero. Pero te tengo una buena noticia, si para septiembre
sigues conservando este propósito, es muy probable que lo lleves a feliz
término.
4.- Conseguir pareja... Para este propósito, ya
vas muy retrasado. Lo debiste de haber hecho hace dos meses, cuando el frío se
comenzaba a asomar y los brazos ajenos estaban ávidos de abrigo, cuando la
Feria Ganadera estaba cerca, y cuando tenías muchas actividades a dónde te
acompañara tu pareja a festejar. Ya para enero lo único que conseguirás son
sobras, y un poco antes del día de San Valentín buscarás un mal pretexto para
deshacerte de ella. Si eres más sinvergüenza, esperarás tu regalo el 14 d
febrero y sólo entonces planearás la graciosa huída.
5.- Tratar mejor a quienes no me caen tan bien...
En algunas familias, no así en la mía, con frecuencia coexiste un ser desagradabilísimo
con quien queremos estar con una pared de por medio. Es de esos seres humanos
con los que simplemente no hay química, sentimiento muy probable en ambas
direcciones. Pero resulta que es “algo” de la familia, y queremos volver a
hacer un intento por encontrar algún tema de confluencia. El problema es que
ese intento lo hacemos mientras estamos en la reunión familiar de fin de año,
cuando esa persona está ebria, trae doce uvas dentro de la boca, su camisa
manchada, el pelo desaliñado, y su abrazo blandengue nos aumenta y nos recuerda
el motivo de nuestra repulsión.
Si nos entercamos, le damos la oportunidad de
que pase la resaca del champagne, y algunos días después nos sentamos en la
sala con esa persona para ver de qué platicamos. Pues te tengo una sorpresa:
Este año tampoco tendrás absolutamente nada de qué platicar con él, o ella, o
ellos. Reconsidera tu propósito y déjalos en santa paz, que muy probablemente
ellos a ti también te detestan, en efecto, por un año más.
En mi familia este problema terminó muchos años
atrás, cuando “el ojos de mujer” decidió abandonar una familia en la que no
habría cabido jamás.
6.- Por último hablaré de un propósito que no
mucha gente suele hacer, y que es el más noble: Ayudar a los demás... Este
propósito es el más desinteresado, y tal vez el que más nos sirve como
personas. No necesitamos poseer muchos bienes materiales, solamente la voluntad
y el firme propósito de hacerlo. Desafortunadamente el mexicano en su
generalidad desconfía bastante de los organismos de asistencia pública, pero
hoy en día contamos con la ventaja de tener a la mano a muchas organizaciones
transparentes y sin fines de lucro.
No se trata de convertirnos en el vivo ejemplo
de la dádiva, sin embargo el mexicano es generoso por naturaleza. Así que
busquemos la manera de hacer la vida más agradable a los demás. A muchos que
con lo que a nosotros nos sobra, les producimos en verdad un cambio radical de
vida.
Este año, y ojalá que muchos años más, hagamos
el propósito de aceptarnos tal como somos, que Dios no necesita más para estar
profundamente enamorado de nosotros.
Roberto Rojo Alvarez