Cuenta
la leyenda, a saber si cierta o no, que en el año de 1994 cuando el Sr. Rudolph
Giuliani tomó el cargo como Alcalde de Nueva York, puso en orden a la entonces
caótica ciudad. Puesto que tradicionalmente son familias italianas las que han
manejado las mafias en aquella zona del vecino país, y casualmente él tiene
ascendencia italiana, agarró familia por familia y fue ordenando la naturaleza
de sus actividades más o menos de este modo: - A ver, Imperiolis, ¿a qué se
dedican?. – Al asalto de transportes de valores, señor alcalde. - ¿Cuántos
vehículos asaltan al mes?. – Sólo diez, señor. – De ahora en adelante sólo
asaltarán dos, pero yo les diré cuales son los más cargados. A cambio ustedes,
mantendrán el orden en el barrio del Bronx. – Sí, señor alcalde. – Si me
fallan, se acaba el trato. – Entendido, señor alcalde.
De esta manera, con el
disfraz del programa “Cero Tolerancia”, bajó de manera casi inmediata los
índices delincuenciales y la virulencia con que operaban las distintas bandas
en la ciudad de Nueva York y sus alrededores. Es decir, conocer a los actores
de la criminalidad lo ayudó a su rápido ordenamiento.
Cuenta
la leyenda, a saber si cierta o no, que si alguien estaciona su vehículo en el
estacionamiento del Walmart Tres Ríos y por alguna razón este coche tiene un
reporte de robo en cualquier base de datos del país, de inmediato y como por
arte de magia aparece un policía para detener a la persona que se muestre en el
acto como poseedora de tal vehículo. Pero también resulta que estadísticamente
este mismo estacionamiento es el sitio donde más robos de coche suceden en la
ciudad de Culiacán.
Tengo dos teorías: La
primera es que policías y ladrones coexisten en dos dimensiones distintas con
infiltrados en la dimensión contraria, de manera que cuando llega un coche
robado, el policía infiltrado en la dimensión de los ladrones inmediatamente
avisa a los policías de su presencia y atrapan al malhechor, y de la misma
manera cuando una señora indefensa llega al mencionado estacionamiento en un
coche bien valuado en el mercado negro, el ladrón infiltrado en la dimensión de
los policías da aviso a los ladrones para que estos procedan a realizar el
hurto del vehículo en cuestión, para de esta forma jamás coincidir “buenos” y
“malos” en el mismo tiempo y espacio… Mi segunda teoría “es más profunda y más
simple”: Policías y Ladrones son chivos de la misma loma.
A
estas alturas de la vida poco me asusta la presunción de que las autoridades en
el poder tengan bien identificadas a las bandas delincuenciales de la
localidad. Incluso creo que es obligación de la naturaleza de su oficio. Lo que
me parece un verdadero teatro del absurdo es el poco interés que pusieron en
disimular lo sencillo que resulta atrapar a los culpables de un delito cuando
existe voluntad política.
Celebro que Adrián López
Ortiz esté sano y salvo, y se haya capturado a sus agresores. Desprecio la
desvergüenza con que nos mienten al decir que el Robo de Vehículos es un
problema con el que no han podido.
Roberto Rojo Alvarez