lunes, 7 de abril de 2014

TERTULIA Y SOBREMESA, 8 de abril de 2014

            Cuenta la leyenda, a saber si cierta o no, que en el año de 1994 cuando el Sr. Rudolph Giuliani tomó el cargo como Alcalde de Nueva York, puso en orden a la entonces caótica ciudad. Puesto que tradicionalmente son familias italianas las que han manejado las mafias en aquella zona del vecino país, y casualmente él tiene ascendencia italiana, agarró familia por familia y fue ordenando la naturaleza de sus actividades más o menos de este modo: - A ver, Imperiolis, ¿a qué se dedican?. – Al asalto de transportes de valores, señor alcalde. - ¿Cuántos vehículos asaltan al mes?. – Sólo diez, señor. – De ahora en adelante sólo asaltarán dos, pero yo les diré cuales son los más cargados. A cambio ustedes, mantendrán el orden en el barrio del Bronx. – Sí, señor alcalde. – Si me fallan, se acaba el trato. – Entendido, señor alcalde.
De esta manera, con el disfraz del programa “Cero Tolerancia”, bajó de manera casi inmediata los índices delincuenciales y la virulencia con que operaban las distintas bandas en la ciudad de Nueva York y sus alrededores. Es decir, conocer a los actores de la criminalidad lo ayudó a su rápido ordenamiento.
            Cuenta la leyenda, a saber si cierta o no, que si alguien estaciona su vehículo en el estacionamiento del Walmart Tres Ríos y por alguna razón este coche tiene un reporte de robo en cualquier base de datos del país, de inmediato y como por arte de magia aparece un policía para detener a la persona que se muestre en el acto como poseedora de tal vehículo. Pero también resulta que estadísticamente este mismo estacionamiento es el sitio donde más robos de coche suceden en la ciudad de Culiacán.
Tengo dos teorías: La primera es que policías y ladrones coexisten en dos dimensiones distintas con infiltrados en la dimensión contraria, de manera que cuando llega un coche robado, el policía infiltrado en la dimensión de los ladrones inmediatamente avisa a los policías de su presencia y atrapan al malhechor, y de la misma manera cuando una señora indefensa llega al mencionado estacionamiento en un coche bien valuado en el mercado negro, el ladrón infiltrado en la dimensión de los policías da aviso a los ladrones para que estos procedan a realizar el hurto del vehículo en cuestión, para de esta forma jamás coincidir “buenos” y “malos” en el mismo tiempo y espacio… Mi segunda teoría “es más profunda y más simple”: Policías y Ladrones son chivos de la misma loma.
            A estas alturas de la vida poco me asusta la presunción de que las autoridades en el poder tengan bien identificadas a las bandas delincuenciales de la localidad. Incluso creo que es obligación de la naturaleza de su oficio. Lo que me parece un verdadero teatro del absurdo es el poco interés que pusieron en disimular lo sencillo que resulta atrapar a los culpables de un delito cuando existe voluntad política.
Celebro que Adrián López Ortiz esté sano y salvo, y se haya capturado a sus agresores. Desprecio la desvergüenza con que nos mienten al decir que el Robo de Vehículos es un problema con el que no han podido.


Roberto Rojo Alvarez