Mi novia había pasado por el
infortunio de un divorcio, cosa que en lo absoluto había mermado su alegría ni
sus ganas por bien vivir la vida. Pero esta particular situación aunada a mi
ignorancia provocaron que en cierto momento le hiciera yo un chantaje
sentimental de proporciones inconmensurables.
Como buena arquitecta y mujer de
mundo que es, tenía la costumbre de revisar sus e-mails con cierta frecuencia.
Una de estas veces lo hizo en mi computadora y tuvo el descuido de dejar
abierta su bandeja de entrada. Mi sagaz sentido de la vista me llevó a observar
en el “Asunto” de uno de sus correos claramente la palabra “Esposito”. Mi mente
no esperó un instante para armar una historia en la que ella a su exmarido lo
llamaba cariñosamente de esta manera, lo cual a mí me desconcertaba bastante
porque ni siquiera tenían un hijo en común que propiciara la continuidad en la
comunicación entre ella y su exesposo.
Prudentemente y con toda hombría
callé mi hallazgo, apoyado sobre todo en la confianza que siempre tuve en ella.
Hasta que un buen día mi pecho no soportó más el peso de la duda y con toda
indignación reclamé me fuera aclarada semejante situación que me estaba carcomiendo
por dentro. Esto fue motivo para que una vez más mis oídos tuvieran la fortuna
de escuchar la música de su siempre deleitable carcajada.
Esposito es el apellido de Franco,
chef italiano propietario del Ristorante Villa Italia en Mazatlán y tío político
de aquella novia con quien compartí una deliciosa cena en este lugar. Gracias a
sus vínculos consanguíneos tuve el agrado de conocer a este amable señor, además
del valor agregado que significa recibir la atención personalizada del dueño
del establecimiento.
Recuerdo que cenamos una pizza
Margherita a la leña que es lo más cercano que he probado en México al original
platillo italiano. También pedimos pasta con camarones y de postre un Tiramisú.
Todo esto lo acompañamos con un delicioso vino tinto de la Toscana que Franco
nos obsequió. Lo que sí les puedo decir es que todo estaba a pedir de boca.
Villa Italia es un restaurante en el
cual no se tropicalizan los platillos, sino que guardan su esencia original
para que tu paladar pueda degustar el sazón de la genuina cocina italiana. Si
andan por ahí cerca no duden en entrar, postrarse en una mesa, preguntar por
Don Franco Esposito y solicitarle que les recomiende la especialidad del día.
Pasarán los años y seguramente recordarán la experiencia de manera tan nítida
como yo, este exnovio de su sobrina que espera tener el agrado de volver a ser
atendido por él.
Roberto Rojo Alvarez