MADRECITA
MEXICANA
A la memoria
de Renata,
a las pecas
que adornaban su eterna sonrisa.
El Día del Niño
De lo que se trata esto es de que no
hay clases el 30 de abril, que hay pachanga en la escuela, y que ese día no
llevamos uniforme. Al menos eso pensaba cuando era menor e iba al colegio.
Ahora vemos que hay un sinfín de festejos, concursos, rifas y desfiles por
doquier en torno a esta celebración. Nunca olvidaré con qué nostalgia pasé el Día
del Niño de 1987, por ser éste el último que festejaría antes de pasar a la
secundaria. Alguna mente perversa me hizo creer que en ese entonces dejaría yo
de ser un niño, ya me doy cuenta que a mis 28 años sigo siendo tan mocoso e
irreverente como siempre.
En el Nuevo Testamento hay un pasaje
de Cristo escrito por el Apóstol San Pablo en el que menciona una frase que ha
sido difundida por varias razones sociales, iglesias e instituciones en todo el
mundo: “Dejad que los niños vengan a mí”. Sugiere que todo aquel que no sea
como un niño, no entrará en el reino de los cielos. Se dice que los niños no
tienen malicia, no tienen envidia, no guardan rencor, no son avaros, no son
vengativos, siempre sonríen, y aman sin medida. Hay infantes que
definitivamente dejan de ser niños a una muy temprana edad, salvo esas escasas
excepciones, es cierto que en eso deberíamos, más que imitar a los niños, jamás
dejar de ser uno de ellos.
En el libro “El paraíso en la otra
esquina”, de Mario Vargas Llosa, se hace una analogía de la vida con un juego
infantil del mismo nombre, que es la equivalencia mexicana del juego “Pan y
queso”. Este juego, como todos bien recordamos, consiste en andar de un lado a
otro preguntando en donde está eso que buscamos, que siempre está en donde
acabamos de preguntar, o donde estamos por preguntar. En México es el Pan y el
Queso, en Perú, el Paraíso. Lo más importante que muestra este libro es que el
ser humano vive entre dos puntos: el Paraíso (siempre en el pasado) y la Utopía
(siempre en el futuro). Obvio decir que esto nos remite a que el paraíso de nuestra
vida es la niñez. O la vejez (la otra cara de la niñez), que consiste en
recordar lo hermosa que fue nuestra vida en aquellos tiempos.
Dos series he visto en televisión
con una narrativa particularmente hermosa: “Los Años Maravillosos” (“The Wonder
Years”, USA 1988-1993), y “Cuéntame cómo pasó” (España, 2001-a la fecha). Consisten
ambas series en una persona adulta que narra la historia de su vida, vista
desde la perspectiva de cuando era niño. Son muy interesantes porque nos cuentan,
con la madurez adquirida por los años, historias que les suceden a niños
comunes y corrientes, tal como lo fuimos nosotros. Es imposible no
identificarse con alguno de estos personajes. Les recomiendo ampliamente echar
un vistazo a la serie española, que en nuestra ciudad se transmite todos los
domingos de las 20:00 a las 21:15 horas por el canal 75 de Megacable.
Chiquillos y chiquillas, permanezcan
así hasta que la vejez les reclame ese espíritu de nuevo, nunca escondan al
niño que llevan dentro, y que ese ímpetu siempre sea más fuerte que ustedes. Al
fin que las impertinencias que cometamos en el camino, ¡son chavaladas!
El Día de las Madres
Serenatitas.com solicita
urgentemente gente dispuesta a trabajar cantando a todas las mamás de México y
el mundo que están por recibir su tan anhelado Día de las Madres. Solicita
también de una manera mucho más urgente a personas que contraten serenatas
porque nomás no me cae chamba.
Desde que estamos prácticamente
saliendo de la etapa de lactancia, se nos comienza a hablar del Día de las
Madres. Desde que cursé el Parvulario (Kindergärten,
en perfecto alemán) las Señoritas nos ponían a hacer manualidades con tal de
llegarles a nuestras mamás el 10 de mayo con un regalo horrible, del cual
cuando mucho lo que corría por nuestra cuenta era aplicar un poco de barniz a
una tabla con un pensamiento de papel adherido a ella. Hubo también una etapa
en la que tejíamos bolsas muy poco estéticas con un hilo de plástico (casi
siempre azul tornando en lila) en una maya blanca plástica también. El
resultado era reprobable, pero como bien dicen a nuestra conveniencia: Lo que
cuenta es el detalle. O como la frase que usaba el gobierno mexicano en los
ochentas como consuelo para la gente ante la crítica situación económica por la
que pasaba (y sigue la mata dando) nuestro país: “Regale afecto, no lo compre”.
Ya en la Primaria, desde principios del curso escolar la maestra nos abría
una cuenta de ahorros, y unos meses antes de que llegara el 10 de mayo, muy
convenientemente nos llegaba con su catálogo Avon, Mary Kay, o Fuller, y hacía su agosto adelantado con
todos sus alumnos. Para estos tiempos nuestros regalos eran más sofisticados,
aunque nunca tuvimos la sensibilidad de darles a nuestras mamás algo que a
ellas les gustara. Al menos en mi caso, siempre le regalaba a mi madre algún
artefacto para ponerla a trabajar: Tostadora, Batidora, Licuadora, etc.
Recuerdo la vez que le regalé el 10 de mayo por la mañana una licuadora, y en
la tarde se le ocurrió decirme que me metiera a bañar. Fue tanto mi coraje a su
demanda que la amenacé diciéndole: “Devuélveme la licuadora”. Nunca lo hubiera
hecho. Fue un calvario por el que me hizo pasar para aceptar de vuelta el
aparato que con tanto esfuerzo ahorre para comprarle durante todo un año. Ay,
Madre (Gordolfo Gelatino).
Tal vez el Día de la Madre sea una fecha meramente comercial, lo que sí
es que nunca dejará de ser un muy buen pretexto para demostrarles a nuestras
madres lo que cada día del año les debemos de demostrar: Que son lo más valioso
que existe en nuestra vida entera. Muchas felicidades, madrecitas mexicanas.
El Día que me quieras
Te vuelvo a encontrar con una cara nueva. Me vuelves a sorprender. Me
descubres lo que anteriormente había adivinado en tu interior. Mas súbitamente
te me escapas de las manos. Lo llamaremos circunstancias, lo llamaremos
destino, lo llamaremos aventura, lo llamaremos miedo. Sabes que algo muy
importante sucedió, y eres consciente de que si vuelves será para siempre. El
día que me quieras, se prolongará por una eternidad.
Roberto Rojo Alvarez