lunes, 13 de julio de 2015

TERTULIA Y SOBREMESA, 13 de julio de 2015

Debo admitir que aun en contra de las buenas conciencias tengo una especial admiración (no así idolatría) por un personaje de nombre Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias “El Chapo”. Y lo llamo personaje porque no tengo la certeza de si en realidad sus historias y sus mitos sean producto de la necesidad de héroes en nuestro inconsciente colectivo, la fabricación de un enemigo público por medio de las versiones oficiales de nuestro gobierno, o las capacidades reales de una de las mentes más brillantes de nuestro tiempo.
El pasado jueves estuve departiendo unas cervezas con amigos de la infancia en un local comercial situado en la marina de Cabo San Lucas, cuando nos percatamos que ninguno de los 4 presentes tenía señal de celular ni datos móviles. En pocos minutos nos dimos cuenta que tampoco había servicio de telefonía fija o internet, motivo por el cual el establecimiento no tuvo capacidad para cobrarnos de manera electrónica. En ese momento pensé que habría sido algún problema nacional de telecomunicaciones y que al día siguiente se mencionaría en las noticias. No fue así, por lo cual indagué en los noticieros locales que de manera periférica mencionaron el problema que se habría presentado durante tres horas en algunas partes de Baja California Sur y Sinaloa. Como toda persona malpensada y medianamente informada oriunda de Culiacán, mis sospechas giraron en torno a la captura de algún capo importante, teniendo por experiencia el conocimiento de que de ese suceso los de a pié nos enteraríamos dos o tres días después.
Exactamente dos días después me entero de la fuga de El Chapo Guzmán del Penal de Máxima Seguridad del Altiplano en Almoloya, presuntamente por un túnel de un kilómetro y medio de largo. Dos opciones: O el Gobierno tuvo 48 horas para inventar la historia más inverosímil del mundo, o el Sr. Guzmán tiene una inteligencia superlativa.
Pero vamos dándole el beneficio de la duda a la asombrosa capacidad de acción del Chapo porque este artículo no es para criticar al gobierno sino para exaltar a sus posibles próceres.
A toro pasado es fácil suponer que el Chapo ya sabía que si algún día lo volvían a atrapar seguramente lo internarían en ese penal. Obvio. Cualquiera de nosotros lo sabe. Entonces el Chapo pudo haber comenzado a construir ese túnel hace muchos años, solo por si acaso. Conseguir los planos de construcción del penal, con la cantidad de recursos que él posee tampoco debe de ser tan complicado, y ya en la recta final solicitar por medio del IFAI la última licitación de cámaras de seguridad para dar con la empresa beneficiada debe de resultar aún más fácil. Porque pensar que ese túnel se comenzó a construir hace a penas unos meses y que sacaron de un lote cerca de 500 camiones con material sin que alguien se percatara, sería totalmente absurdo.
Exploremos otras opciones. Ahora me basaré en el mito de que los anteriores regímenes panistas soltaron al Chapo para tener control sobre un fuerte capo del narcotráfico durante su mandato, y que el Presidente Enrique Peña Nieto decidió intercambiar a ese capo por otro de nombre Rafael Caro Quintero, a quienes apresó y liberó respectivamente. Pero Don Caro, 28 años después, dio cuenta de un negocio totalmente globalizado en el que sus contactos no fueron suficientes. Acto seguido habla con el conducto entre gobierno y narcotráfico para decirle: Jefe, de plano sí necesitamos libre al Chapo.
Y así nos podemos ir suponiendo historias que engrandezcan al Sr. Guzmán o que ridiculicen más al Gobierno, porque también está la creencia de que el Chapo jamás fue apresado ni fugado, ni esta vez ni la anterior. Pero la verdad es que si esta humanidad hubiera ya terminado con la absurda era de las prohibiciones, Joaquín Guzmán sería uno de los CEOs más importantes del planeta. Y la verdad también es que solamente ellos conocen la verdad, y eso me da una envidia inconmensurable...


Roberto Rojo Alvarez
Agregado cultural de Culiacán en Los Cabos